miércoles, 3 de abril de 2013

El poder de la edición en Gran Hermano

En este blog os hemos hablado de temas que van más allá de lo que ocurre dentro de la casa, aunque para ello hayamos tenido que entrar en sus historias. Hemos querido desvelar las estrategias que sigue el  programa para ganar audiencia, las historias paralelas que ocurren y las expulsiones desde un punto de vista, por qué no decirlo, diferente.

En este vídeo damos un ejemplo de cómo Gran Hermano es capaz de manipular las imágenes para montar historias que ni los propios concursantes implicados saben que existen.

Vemos que hay tres historias de un mismo suceso. La primera es aburrida, para qué engañarnos. Dos concursantes se conocen, hablan amistosamente y, aparentemente, no hay nada entre ellos. Pero los editores del programa no pueden dejar que eso ocurra, pues todo el esfuerzo para montar "el gran experimento" sociológico de Mercedes Milà se iría al traste, ¿solución? A manipular. Aquí llegamos a la segunda historia. Vemos que hay dos concursantes, se conocen y surge el amor eterno entre ellos. No hay besos, no hay edredoning y tampoco hay un gran cruce de palabras. Pero esto es arregla retocando las imágenes. Esta claro que la banda sonora debe ser el centro de todo. Todos tenemos una canción que nos suena en la cabeza cuando el cosquilleo en el estómago se apodera de nosotros y vomitamos mariposas de color rosa. Esta pareja ya tiene su canción, pero no lo saben ni ellos. Ese sonido bien combinado con las imágenes nos pone tiernos y pensamos: "qué buena pareja hacen". El color de la imagen aparece saturado, hay que darle vida incluso a esto. Finalmente, para disfrutar un poco más de la escena, escogemos momentos en los que ambos se sonrían y activamos la cámara lenta. Ya está, están plenamente enamorados. Pero no todo en la vida son rositas. ¿Podríamos hacer lo contrario? ¿Alguien creería que esos dos seres se odian? Aquí llegamos a la tercera historia. La música inquietante retumba en nuestra cabeza, la cámara lenta añade presión y emoción a las imágenes. Si los colores saturados eran sinónimo de calidez y amor, ahora hacemos lo contrario, desaturamos. Hace frío, hay mal ambiente, sí, hay odio. Un primer plano de dos malas caras invade el rectángulo de nuestra pantalla y solo podemos pensar una cosa: "más vale que no se vuelvan a dirigir la palabra o acabarán a tortazos".



Es el poder que tienen las imágenes, la manipulación de "grandes hermanos" para que la audiencia coja el teléfono y vote, se gaste un dineral y echen a quien más detestan. ¿A quién expulsarán? Al mismo que la dirección del programa decida, este es el poder de la edición.

AM&PS

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